Lladró, porcelana de diseño, con un estilo propio, único y distintivo, obras de alta calidad hechas a mano en España.
Se dice que las obras de arte tienen algo de misterio, y más aún si se trata de aquellas que, en apariencia, nos parecen sencillas.
Cuesta a menudo comprender que en un objeto tan pequeño pueda encerrarse una belleza exquisita y una rara perfección.
Pero, con frecuencia, al hacer esta consideración, no se trata de la belleza en sí misma, que esa es una vertiente por la que no vamos a discurrir, sino más bien de cómo se ha conseguido, de qué fuentes se ha alimentado y por cuales sendas luminosas ha llegado hasta la nueva contemplación.
Hay quien se resisten a conocer esa génesis de la belleza porque temen el desencanto. Y hay a quienes no interesa porque no lo consideran necesario; les basta con la belleza como consecuencia de la creación de una obra o con saber que es, simplemente, esa maravillosa propiedad que solo es patrimonio de algunas cosas.
Pero ni una ni otra actitud deben aceptarse como principios definitivos ni como algo absolutamente cierto, pues el desencanto no tiene porque producirse, ni el conocimiento de cómo se crea una obra de arte habrá de restarle a ésta un ápice de su poder de seducción.
Por eso los hermanos Lladró, creadores indiscutibles de una forma de belleza que se arropa siempre con la sobriedad y con el buen gusto, no tienen reparo en que se conozca el proceso mediante el cual se producen esas porcelanas únicas, auténticas obras de arte, cuya elaboración no está envuelta en las brumas de ningún misterio, sino que dicen bien a las claras hasta que punto puede llegar la capacidad creadora de sus artesanos.
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